un beso con mordiscos ligeros en tus labios de ceda y una lengua bailarina dentro de ti
que agite su punta al ritmo de un buen jazz, lebitando contra cualquier ley de grabedad,
mesclando fragancias de tierra fresca y de aromas tropicales de esos agridulces que siempre se antoja
uno más, camina en mi silueta y acaricia mis tegidos corporales de modo que si encuentras algo
dañado, tus besos sean mi consuelo y mi paz.
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